Los textos
folclóricos poseen un origen popular, es decir, nacen y se transmiten en el
pueblo, y por lo tanto, no tienen autor, o por lo menos, ninguno que se
conozca, ya que existen tantas versiones, y cada una con algún añadido o
detalle personal del transmisor, que los autores serían infinitos. Debido a
esto, desconocemos el origen de la mayor parte de dichos textos.
Estos
textos, reflejan los deseos y sabiduría del pueblo. Se transmiten tanto de
manera vertical como horizontal, es decir, tanto en un mismo periodo de tiempo
o lugar como a través de generaciones. De este modo, podemos decir que los
textos folclóricos son de carácter cultural, ya que además reflejaban la época
en la que se contaban, aunque cuando eran escritos fuese la época de ese
momento la que reflejaran. Tampoco estaban orientados a los niños, que los
escuchaban debido a que se contaban en familia, independientemente de quien
estuviera escuchando. Están orientados al entretenimiento y el ocio, por lo que
carecen de moraleja.
En el ámbito
del teatro folclórico, encontramos que en su mayoría se trata de textos
religiosos, aunque en el teatro folclórico pagano también existía, aunque era
de carácter más popular y soez que los anteriores. El teatro folclórico pagano
más conocido y antiguo son los “títeres de cachiporra”, que en su mayoría, sí
que estaban hechos para los niños. Pero son sin embargo los textos folclóricos
poéticos aquellos de los que existe un gran número orientados a la infancia, ya
fueran de carácter religioso o pagano.
El género
literario folclórico más destacado es la narrativa. La narrativa folclórica
antiguamente no interesaba a las grandes mentes y eruditos debido a su origen
popular. No fue sino hasta finales del s.XIX y principios del s.XX cuando de
estudiaron los cuentos folclóricos, cuando Bladmir Propp recoge una gran
cantidad de cuentos rusos y decide llevar a cabo una clasificación de los
mismos, que posteriormente se ha aplicado en general en este género. Su
clasificación es la siguiente:
-
Cuentos de animales: incluye cualquier
tipo de cuento en el que los personajes sean animales así como textos de
carácter moralizante y paraliterario como pueden ser las fábulas (ejemplo: la
zorra y el cuervo, la iebre y la tortuga…)
-
Mitos: se caracterizan porque sus
personajes son de origen mitológico, fantástico, etc. incluye también las
leyendas hagiográficas, cuyos protagonistas son de carácter religioso,
refiriéndonos a religiones vivas (ejemplo: Hércules, La Titanomaquia,…).
-
Cuentos de fórmula: requieren la
memorización de alguna o la totalidad de sus partes para su correcta
transmisión (ejemplo: el gallo Kiriko).
-
Cuentos de hadas: encontramos
incluido cualquier texto que posea personajes fantásticos implicados en
situaciones reales (ejemplo: Caperucita Roja).
Por su
parte, Rodari también creó una clasificación de cuentos folclóricos, aunque
principalmente recorría las escuelas realizando talleres de carácter literario.
Por otro
lado, el primero en recopilar los cuentos folclóricos fue Charles Perrault y la
primera cuentacuentos infantil fue Sara
C. Bryan, que también creó una
clasificación de cuentos por edades partiendo de su experiencia personal con
los niños.
Desde un
punto de vista histórico, gracias al estudio de Propp la literatura folclórica
llama la atención, ya que únicamente habían existido un reducido número de
personas que se interesaron por la recopilación de textos folclóricos. Uno de
estos personajes fue Alfonso X El Sabio.
En el
s.XVIII, en la corte francesa, Charles Perrault incitó el interés por los
textos folclóricos creando una recopilación de estos, con determinadas
adaptaciones moralizantes que esperaba les enseñaran algo, ya que consideraba
que los miembros de la corte de Luis XIV lo necesitaban. Así, se le considera
un adaptador de cuentos folclóricos y no un recopilador. En la publicación de
estos textos, añadió al final de cada cuento una moraleja en verso que
esclarecía la enseñanza a la que este se refería. Este conjunto de
características convierten sus textos en paraliteratura.
En la
primera mitad del siglo XIX (Romanticismo), son los hermanos Grimm a quienes la
editorial para la que trabajan encarga una recopilación de cuentos folclóricos
alemanes con el objetivo de conservarlos. Su trabajo consistió en editar las
historias recopiladas de modo que fueran adecuadas para su publicación. Se
publicaron varias ediciones debido a su éxito, a las que progresivamente se les
fueron haciendo adaptaciones de manera que fueran adecuadas para el público.
Esto fue debido a que tras la tercera edición, la editorial recibió ciertas
quejas referentes a lo poco apropiado del contenido en un contexto infantil.
Así, las madres malvadas pasaron a ser madrastras, se omitieron las violaciones
y los incestos, etc. El resultado de los cambios se denomina versión.
Otro de los
principales autores en el ámbito folclórico fue Hoffman, autor del “Cascanueces
y del Rey de los Ratones”.
Cecilia Bölh
de Faber fue, por su parte, la única recopiladora de cuentos folclóricos en
España. Bajo el pseudónimo de Fernán Caballero, publica en revistas diversas
canciones y cuentos populares.
Ya en la
segunda mitad del s. XIX, en Dinamarca, Hans Christian Andersen comienza a
publicar diversos cuentos cortos en el periódico para ganar dinero, de los
cuales unos eran textos de autor y otros adaptaciones de cuentos folclóricos.
Uno de los elementos más destacables es que se conoce que le gustaba escribir
para niños, aunque no ser famoso por ello. Él deseaba ser famoso por sus textos
teatrales. Algunos de sus cuentos son “El Patito Feo” o “La Cerillera”.
En el s.XX
español, destacan Calleja y el Padre Coloma en este tema. Calleja crea una
editorial a finales del s.XIX que se dedica a publicar principalmente
adaptaciones de cuentos folclóricos y cuentos de autor.
Padre Coloma
es el pseudónimo de un sacerdote que escribió textos de autor y adaptaciones
folclóricas para niños de visible carácter moralizante y religioso. Las
adaptaciones consistían principalmente en la sustitución de elementos y
personajes paganos como las hadas, en elementos o personajes religiosos, como
los ángeles. Una de sus historias más conocidas es la de la ramita que quería
ser una niña.
Los cuentos
folclóricos más estudiados han sido los “cuentos maravillosos”, que se definen
por ser populares, demostrar la sabiduría del pueblo, no ser infantiles y ser
de origen popular. Además, su estructura consta de un comienzo en el núcleo
familiar, una salida por parte del protagonista de este, seguido de unas
pruebas a superar (supone un viaje iniciático que desemboca en la madurez del
personaje) que llevan a la creación de un segundo núcleo familiar.
Suelen
aparecer en este tipo de cuentos determinados roles específicos, como el de
personaje de ayuda o soporte, objetos y ayudas clave en el desarrollo de la
historia, enemigos, etc. que pueden ser reales o fantásticos y que aportan al
personaje principal la opción de madurar.
En la
práctica, cuando tratemos de adaptar un cuento, es importante mantener el
rol del protagonista, que para los niños supone una seña de identidad. La
simbología también es clave en este proceso, así como la originalidad de la
historia. La simbología consta de todos aquellos elementos que aportan un significado indirecto a la historia, y que en toda adaptación debe mantenerse. Algunos elementos pueden ser, por ejemplo, los números, el uso que se le da a ciertos objetos y la relación con su procedencia, el color de un vestido... adquiere gran relevancia toda la simbología que acompaña al viaje iniciático.
Reflexión:
Lo primero que
pensé cuando comenzamos el bloque fue; ¡qué bien, cuentos infantiles y sus
entresijos!
Imaginaos mi
sorpresa cuando resulta que esos “cuentos infantiles” de infantiles, los
originales nada, ni si quiera estaban orientados a niños. Eso sí, entresijos
había por todas partes, ya fueran grandes tragedias que generaron los cuentos o
curiosas historias ligadas a ellos. Lo que me resultó más curioso fue descubrir
que realmente no había una versión original,
sino que había miles y todas igual de válidas. Y además, cada cierto tiempo,
aparece algún personaje que se dedica a adaptar los cuentos a su gusto con
algún objetivo, con lo que versiones populares, adaptaciones personales y de
más se mezclan, hasta tal punto, que todas y cada una de esas historias han
pasado a ser originales, solo depende desde la perspectiva desde las que las
mires.
Por otro
lado, el conocer el desarrollo histórico de los textos folclóricos me ha
aclarado algunas dudas respecto a grandes personajes, permitiéndome adquirir
nuevos conocimientos que han mejorado mi capacidad de entendimiento de algunos
de estos textos y sus características.
En la
práctica profesional, es importante conocer el proceso de una adaptación
literaria, así como el de distinguir entre distintas versiones de textos
folclóricos y su procedencia, ya sea a nivel geográfico (del que quizá nos
podamos hacer una idea según determinados elementos de la historia) o de autor, por lo que tengo intención de aplicarlo en mi aula, ya que además los cuentos folclóricos son de los que más disfrutan los niños.
En el periodo que he pasado en prácticas me ha parecido mal que no se contara a los niños ningún cuento folclórico o de otro tipo. En el centro en el que yo estuve no se tenía en cuenta apenas la literatura, con las consecuencias negativas que ello conlleva para los alumnos.
En el periodo que he pasado en prácticas me ha parecido mal que no se contara a los niños ningún cuento folclórico o de otro tipo. En el centro en el que yo estuve no se tenía en cuenta apenas la literatura, con las consecuencias negativas que ello conlleva para los alumnos.
Bien. Te digo lo mismo que en el bloque anterior.
ResponderEliminarEn la adaptación de un cuento no es necesario mantener el nombre de ningún personaje... puede cambiarse la edad, el sexo e, incluso, convertirse en un animal. Lo que no hay que cambiar son los roles. Debes explicar un poco mejor la simbología (que también hay que mantener) sobre todo lo relacionado con el viaje iniciático.